Nos levantamos sin afanes, sin la presión de madrugar, y
sabiendo que solo nos separaban una cuantos kilómetros de nuestra querida
Bogotá.
Montamos nuestras maletas, recogemos nuestro desorden, y
solo puedo decir que es un momento de paz, de tranquilidad del deber cumplido,
con más de 2500 km, parece que todo está consumado, parece que lleváramos un
viaje de meses, las palabras sobran en ese momento antes de emprender lo que
parece ser la última parte del recorrido.
Salimos de Villeta sin afanes, como rodando para conocer,
tomamos carretera y de nuevo, ritmo de viaje, disfrutando las imponentes
montañas, el verde exuberante, la cálida mañana, la refrescante brisa que nos
recuerda a cada momento este placer de rodar en nuestras motos.
El recorrido fue bastante apacible y solo interrumpido al
aproximarnos a la entrada a Bogotá, donde nos encontramos con un represamiento,
el cual no fue impedimento para continuar, hasta nuestra última parada, justo
después del puente de Guadua, en la calle 80.
¿Qué decir después de 2700 km? Creo que no hay palabras,
solo una profunda satisfacción, tal vez no importa el cansancio ni la
incomodidad, lo importante son las muchas experiencias vividas, el compartir con personas que disfrutan de
estas mismas cosas, de conocer lugares tan distantes y diferentes, pero a su
vez, de ver en la cotidianidad, una ventana para explorar, para conocer, para
sentir, para vivir…
¿Saben qué? Si importa la incomodidad y el cansancio, estoy
rendido, al igual que mis compañeros, pero VALE LA PENA!
Esta fue nuestra última parada, solo tengo esta foto, y es
la única que necesito para este corto post.
Quiero agradecerle profundamente a Paul y a Saúl, el
permitirme acompañarlos en esta gran travesía, en esta aventura, es una de esas
cosas que logran cambiar la vida de las personas, y creo que al llegar a
Bogotá, soy una persona nueva, pues este viaje marcó muchas cosas que catalogo
como muy positivas para mi vida.
Quiero compartir con ustedes, algunas frases y anécdotas de
este viaje.
Las playas son el gran incentivo del viaje, sin
embargo, el camino en sí, ofrece miles de situaciones que en retrospectiva
pueden hacernos pensar en que fue lo mejor del viaje. Por lo que mi concejo es:
“Hay que tener una gran motivación en todo lo que se hacer, para que no solo se
haga bien, sino que se disfrute mientras se hace”
“No es cuestión de moto, es cuestión de actitud”.
En innumerables ocasiones nos quedamos perplejos por la irrefutable verdad de
esta frase. No importa si es grande o chica, si es “apta” o no lo es, al final
de cuentas es cada quien enfrentándose al camino, y en la medida de que se
tenga una buena actitud, se puede llegar a donde sea.
El más veterano y experimentado fue el que se
cayó. No se confíen, siempre hay que estar pendiente y concentrado.
La deportiva, se cayó estando quieta, y resultó
buena off-road.
El parte (comparendo) se lo pusieron a la moto
más pequeña (mi Yamaha FZ16) quien a su vez fue el “respaldo” en destapado
De igual forma, quiero compartir con todos ustedes, que este
blog está dedicado a mi compañero de viaje Saúl Monroy, motero de toda la vida, gran amigo,
excelente maestro, pero aún mejor, gran persona. Fue por el por quien conocí el mundo de las motos, algo que nunca le he agradecido y aprovecho para hacerlo por aquí.
Hace algunos años, tuve la horrible
experiencia de ver varios motociclistas fatalmente accidentados. Yo era de esas
personas que temían el montar una moto, como dicen por ahí, el llevar la lápida
en la espalda. Y en nuestras tradicionales trasnochadas, nunca faltaban las
revistas de motos y carros, las interminables conversaciones sobre motores,
sobre modelos, sobre precios…
Era algo que veía con cierta deferencia, no entendía el por
qué se podían pasar tanto tiempo hablando de lo mismo…
Hasta que una noche, en uno de los típicos trancones de la
ciudad, mientras apoyaba mi cabeza cancinamente sobre el vidrio del bus que me
llevaba a casa, con cierto desespero al ver que este no avanzaba, como por
reflejo miro por a través del vidrio una escena que ha quedado marcada en mi mente
como el punto en el que cambié ese frio pensamiento de las motos como sinónimo
de accidentes, a algo que va más allá, a
lo que ahora es una verdadera pasión en mi vida.
Era alrededor de las 10:30 p.m. y pasa por un lado una imponente
moto negra, alta y potente, sobre la cual, una persona que inspira cierto respeto,
emana una tranquilidad y elegancia al manejar, a diferencia del resto de motos
que pasan, no estaba “culebriando” el tráfico, permanecía impávido, al acecho,
como esperando su momento, sereno y expectante, y contrario a lo que siempre
pensé, daba la impresión de disfrutar su vehículo…
Para sorpresa mía, era mí, en ese momento, compañero de
trabajo Saúl, quien apenas unos instantes después se perdía en el tráfico,
dejando como seña, el sonido de ese poderoso motor…
Puede que esta no sea una gran historia, pero es la historia
por la cual estoy escribiendo este blog, porque ese día comprendí lo que es ser
aficionado a estos “fierros”, y gracias a esos fierros, he podido contarles
solo algunas de las grandes aventuras en este magnífico viaje, a un inolvidable
destino, acompañado de excelentes
personas.
Espero hayan disfrutado los relatos y espero haber dejado
una pizca de curiosidad para los que quieran hacer este viaje.
Por mi parte, espero me sigan acompañando, pues seguiré
publicando en este blog otras viajes, otras aventuras, otras rutas y en
general, los caminos y cosas por los que transite en mi vida, en especial si lo
hago sobre mi motico!
Saludos a todos.